La agricultura es un negocio intrínsecamente arriesgado. Pregúntele a cualquier agricultor, sobre todo a los que intentan ganarse la vida con una pequeña parcela en un país vulnerable al clima, y le dirá lo difícil que puede ser. Los retos son aparentemente interminables: la volatilidad de los precios mundiales, un sistema que maximiza los beneficios de las multinacionales del comercio de materias primas y minimiza los de los agricultores, los fenómenos...